El día que lo vi por primera vez se confirmaron mis sospechas.
Sí, era verdad que existían dos tipos de personas en el mundo: la gente normal y la que camina a dos palmos del suelo.
Estos últimos aparentan ser personas normales, con trabajos, casas, familias como las de todo el mundo... A simple vista pueden tener una vida más o menos típica y hacen lo que todos hacen, pero caminan a dos palmos del suelo. Simplemente es así.
Yo era demasiado joven y sólo había estado intuyéndolos hasta entonces. Apenas había tenido tiempo de ver de refilón algunos ejemplos de esa especie extraña pero ahora casi me había chocado con uno y estaba delante de mí, tan cerca que lo podía tocar... Flotaba por encima de todo lo que pudiera haber alrededor y no miraba exactamente nada de lo que las demás personas pudieran tener delante de las narices. Sonreía y miraba algún punto fijo en el infinito, algún lugar secreto al que el resto de los mortales tenían el paso vedado. Lo seguí atentamente con la mirada y vi que a su paso dejaba una estela de cometa que nadie más pudo ver. Qué momento inolvidable.
Muy de vez en cuando, vuelvo a cruzarme con alguno de estos seres mágicos y sonrío aliviada de saber que siguen existiendo. Pero nunca olvidaré el día que vi aquel de cerca. Fue el día que te conocí... persigo estelas de cometa desde entonces.
imagen: Johnny & Winona - fotografía de Herb Ritts
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